martes, 25 de julio de 2017

LAURENCE ANYWAYS (Xavier Dolan, 2012)




En una de las escenas más llamativas de Laurence Anyways, un profesor de literatura se presenta a su instituto y recorre el largo camino hacia la cafetería vestido de mujer ante la mirada atónita de muchos estudiantes. Uno de sus colegas se acerca y le dice: “¿Qué intentas, una revuelta?” y él/ella le responde: “No. Una revolución”. Transgresora hasta cierto límite, llena de matices, colores, música y escenas liberadoras, al igual que efectista y excesiva por momentos. Se podrían mencionar muchos atributos y desaciertos sobre la película pero ante todo, Laurence Anyways es un drama complejo y humano, que posee una estética provocativa y que confirma el talento de uno de los directores más prometedores de la actualidad: Xavier Dolan.             




Narrada con una intensidad inusual y con cambios de ritmos casi asfixiantes, la película del director canadiense se inicia con la frase de un escritor desafiando a las personas que cuestionan todo lo que consideran fuera de lo “normal” y busca que los demás traten de entender “su lenguaje”. Un mensaje directo al espectador. Luego de ello, conocemos a los protagonistas, Laurence Alia (Melvil Poupaud), un profesor y escritor y Fred Belair (Suzane Clément), una asistente de producción de Tv y cine. Ambos viven un tórrido y auspicioso romance que se trasluce en imágenes excitantes y música pop hasta que Laurence le confiesa a ella que es transgénero y que siempre se ha sentido una mujer pero que aún así la ama con todo el corazón. En un inicio Fred intenta sobrellevar la relación, incluso decide apoyar la “transformación” de Laurence, pero más tarde se da cuenta que continuar con él es casi imposible y decide separarse para iniciar una nueva vida. En el transcurso de una década somos testigos de la historia de ambos, separados por la distancia pero unidos por los recuerdos, sentimientos, deseos, melancolías y la ilusión por verse. Las  pocas veces que logran reunirse son determinantes para darnos cuenta que lo suyo es un amor romántico y trágico que va más allá del tiempo y la sexualidad de sus protagonistas.      




Xavier Dolan posee un estilo único, utiliza una narrativa fluida, vibrante e irregular por ratos aunque con varios toques de frescura y originalidad que convierten la película en una experiencia completamente sensorial, mágica y espiritual. La música es uno de sus mayores aciertos que sirven de nexo con la linea narrativa de la historia e intensifican la intimidad del momento dramático para otorgarle ligereza y frenesí. La cámara en mano, la espontaneidad y el realismo de los diálogos, los planos cortos, la fotografía colorida, etc., todo es muy seductor y penetrante.  Xavier Dolan se vale de ello y más para conseguir envolvernos en su historia e identificarnos con sus personajes. Quizá el montaje sea algo excesivo pero la línea argumental es verosímil. Hay momentos de mucha belleza y un refinado manejo de la imagen que lo emparentan con el cine de vanguardia de directores claves como Godard y Almodóvar. El videoclip con la canción “Fade to Grey” de Visage es uno de los momentos más lúdicos, brillantes y emotivos de la película. Aquí Fred se desinhibe y se libera de las ataduras de su relación con Laurence, la música hace eco de su sentir y de su desdichado devenir, de hecho, marca el final de la primera parte de la película, aquella en la que los amantes se separan.



La parte final de la película es más reflexiva y nostálgica. Llena de referencias del pasado, lugares comunes, momentos de luz y oscuridad. Fred vive con un hijo y con un marido pero alejada de todo al igual que Laurence que vive con una mujer a la que no ama. Ambos están solos a la espera de que algo realmente motivador e inspirador les ocurra. El final es un alegato en favor de la igualdad y la diversidad, nos recuerda que detrás de cada cuerpo y sexo hay una persona con sentimientos, valores y racionalidad que es única y cuya esencia va mas allá de cualquier tipo de género. Un discurso motivador y controversial aún en la actualidad. De ahí el título traducido de la película: “Laurence, de cualquier forma”, sea hombre o mujer, sigue siendo Laurence Alia.



Laurence Anyways es una película fascinante, potente y triste. Narrada con total libertad y con una estelización de los momentos dramáticos muy cautivadora. Una historia de amor terrible, insólita e intensa, de esas que solo ocurren en las películas y que son capaces de sobrecogernos por horas. De paso, toca un tema polémico que hay que ver de frente con tolerancia y paciencia. Una de las mejores películas de la década hecha por uno de los directores más vanguardistas y jóvenes de la actualidad.  


LAURENCE ANYWAYS  TRAILER




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