domingo, 30 de julio de 2017

CHICAMA (Omar Forero, 2012)


 

César Castillo (José Sopan) es un joven que vive en Cascas, un pueblo de la serranía peruana a la espera de cubrir una plaza de maestro de escuela en la ciudad capital de Trujillo. Su inexperiencia y la fuerte competencia hacen que acepte un puesto en Santa Cruz de Toledo, un pequeño centro poblado alejado del mundo, como maestro de la única escuela de la zona. La pobreza y el frío ahí contrastan con la calidez de sus habitantes y la belleza del paisaje. Luego de unos días llega Juanita (Ana Paula Ganoza), una joven profesora natural de Trujillo con la que César se relaciona al igual que todos hasta que es rescatada por su madre. Tras pasar unas cortas vacaciones César tendrá que elegir entre seguir su camino o volver a Toledo. Película  de múltiples referencias, minimalista, de planos fijos y duraderos, Chicama es la obra de un director de mucho talento y oficio que a pesar de contar con recursos limitados es considerada por muchos como la mejor película peruana del 2012.


El director trujillano se nutre de los influjos del cine de directores tan “naturalistas” como Kaurismaki, Jarmusch o los Dardenne, para realizar una película rodada a manera de un documental, libre de dramatismos, artificios y fuera de todo afán aleccionador. Un cine más bien contemplativo que busca una mirada serena y diáfana de la realidad. El protagonista es un joven que como muchos jóvenes en su condición busca trabajo en la gran ciudad para salir del atraso y se ve obligado a transitar por experiencias de todo tipo, desde servir en una escuela rural, disfrutar del mar, tomarse unas cervezas en la calle hasta bailar con una linda profesora, pequeños “anécdotas” que observamos con disimulo sin saber exactamente cómo reaccionar. Algunas de las historias son fragmentarias como los amigos que nunca volvemos a ver o las personas que nos marcaron pero desaparecieron con el tiempo. 


Chicama es una película de simbolismos, silencios y elementos muy básicos donde todo fluye de manera rutinaria y simple. La relación de César con la naturaleza se basa en el contacto humano y el hecho de pertenecer a una comunidad para afianzar lazos con el otro. César no es infeliz pero se siente atrapado. Su espacio de acción es mínimo, pero decide actuar y continuar sin saber exactamente qué le depara el futuro. La escena en la que Juanita le pide que le cuide mientras orina es de suma vitalidad para él, le permite por lo menos “intimar” con ella sabiendo fatalmente que no podría ir más lejos.


Lo que busca Forero es transmitir sensaciones a través de una historia de aprendizaje narrada con total espontaneidad, por eso, los diálogos son casi improvisados, las locaciones son reales, las luces artificiales no existen y  los actores no son profesionales. Tambien hay un transfondo social importante que tiene que ver con la educación, la falta de empleo, el drama de los migrantes, etc. La historia de César guarda cierta similitud con la fabulosa cinta de Zhang Yimou, “Ni uno menos”. Si bien ambas nos muestran una dura realidad y las  desigualdades extremas de los ámbitos rurales, “Ni uno menos”, nos da  una gran leccion de vida, a diferencia de Chicama, cuya intención es simple:  contar las aventuras de un joven provinciano camino hacia la adultez.


Chicama es una película cálida, pausada, profunda y luminosa. Utiliza una narrativa que sigue el ritmo del espacio andino donde el tiempo se detiene y todo se vuelve más errante, íntimo y nostálgico. Una de las mejores películas del cine peruano cuya originalidad marca el camino de uno de los directores más importantes de la actualidad que hay que seguir con atención. 


CHICAMA  TRAILER



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