César
Castillo (José Sopan) es un joven que vive en Cascas, un pueblo de la
serranía peruana a la espera de cubrir una plaza de maestro de escuela en la ciudad
capital de Trujillo. Su inexperiencia y la fuerte competencia hacen que acepte
un puesto en Santa Cruz de Toledo,
un pequeño centro poblado alejado del mundo, como maestro de la única escuela
de la zona. La pobreza y el frío ahí contrastan con la calidez de sus
habitantes y la belleza del paisaje. Luego de unos días llega Juanita (Ana Paula Ganoza), una joven profesora natural de Trujillo
con la que César se relaciona al igual que todos hasta que es rescatada por su
madre. Tras pasar unas cortas vacaciones César tendrá que elegir entre seguir
su camino o volver a Toledo. Película de
múltiples referencias, minimalista, de planos fijos y duraderos, Chicama es la
obra de un director de mucho talento y oficio que a pesar de contar con
recursos limitados es considerada por muchos como la mejor película peruana del
2012.
El director trujillano se nutre
de los influjos del cine de directores tan “naturalistas” como Kaurismaki, Jarmusch o los Dardenne, para
realizar una película rodada a manera de un documental, libre de dramatismos,
artificios y fuera de todo afán aleccionador. Un cine más bien contemplativo
que busca una mirada serena y diáfana de la realidad. El protagonista es un
joven que como muchos jóvenes en su condición busca trabajo en la gran ciudad
para salir del atraso y se ve obligado a transitar por experiencias de todo
tipo, desde servir en una escuela rural, disfrutar del mar, tomarse unas
cervezas en la calle hasta bailar con una linda profesora, pequeños “anécdotas”
que observamos con disimulo sin saber exactamente cómo reaccionar. Algunas de
las historias son fragmentarias como los amigos que nunca volvemos a ver o las personas
que nos marcaron pero desaparecieron con el tiempo.
Chicama es una película de
simbolismos, silencios y elementos muy básicos donde todo fluye de manera rutinaria
y simple. La relación de César con la naturaleza se basa en el contacto humano
y el hecho de pertenecer a una comunidad para afianzar lazos con el otro. César
no es infeliz pero se siente atrapado. Su espacio de acción es mínimo, pero
decide actuar y continuar sin saber exactamente qué le depara el futuro. La escena
en la que Juanita le pide que le cuide mientras orina es de suma vitalidad para
él, le permite por lo menos “intimar” con ella sabiendo fatalmente que no
podría ir más lejos.
Lo que busca Forero es transmitir
sensaciones a través de una historia de aprendizaje narrada con total espontaneidad,
por eso, los diálogos son casi improvisados, las locaciones son reales, las
luces artificiales no existen y los actores
no son profesionales. Tambien hay un transfondo social importante que tiene que
ver con la educación, la falta de empleo, el drama de los migrantes, etc. La
historia de César guarda cierta similitud con la fabulosa cinta de Zhang Yimou, “Ni uno menos”. Si bien
ambas nos muestran una dura realidad y las
desigualdades extremas de los ámbitos rurales, “Ni uno menos”, nos da una gran leccion de vida, a diferencia de
Chicama, cuya intención es simple: contar las aventuras de un joven provinciano camino
hacia la adultez.
Chicama es una película cálida,
pausada, profunda y luminosa. Utiliza una narrativa que sigue el ritmo del
espacio andino donde el tiempo se detiene y todo se vuelve más errante, íntimo
y nostálgico. Una de las mejores películas del cine peruano cuya originalidad
marca el camino de uno de los directores más importantes de la actualidad que
hay que seguir con atención.
CHICAMA TRAILER
CHICAMA TRAILER