Un joven y obsesionado
baterista de jazz le confiesa a su chica que lo mejor sería terminar la
relación ya que él tiene que usar todo su tiempo para ensayar, perfeccionar su
técnica y ser el mejor. Ella consternada le pregunta: ¿de verdad piensas que yo te perjudicaría en tu carrera?. Él asienta. Ella le tilda de
loco y luego se retira. La escena pertenece a la extraordinaria Whiplash (D. Chazelle, 2014) y sirve
para retratar los límites de la pasión, el amor por la música, la búsqueda de la perfección, el sacrificio y
la lucha constante como vías de crecimiento y liberación, etc., temas cruciales
que sirven de estímulo para el novel director D. Chazelle. Algunas de estas ideas y la
narrativa de este cineasta son perfeccionadas en su siguiente película: La La Land (La ciudad de las estrellas).
La vida es un musical. Todo
nuestro entorno está rodeado por sonidos: la propia naturaleza, el ruido de la
modernidad, sonidos estridentes, la tecnología, la voz humana y la música. El
silencio no existe. La música es un medio de sobrevivencia: consuela,
divierte, entristece, apasiona y juega con nosotros. La vida sería caótica sin
música y sin historias de amor como la que protagonizan Sebastian Wilder (Ryan Gosling) y Mia Dolan (Emma Stone).
Mia
es
una aspirante a actriz que sirve en una cafetería dentro de un estudio de cine.
Vive el gran sueño de Hollywood esperando la fama y el reconocimiento. Ella es
persistente, emotiva, divertida, con poca suerte en el amor y estresada por los
castings que pasan sin suerte. Sebastian
es un pianista apasionado por el jazz y la buena música. Él es discreto, inconforme, taciturno y sobrevive
tocando en clubes y fiestas compartiendo
con gente que no entiende de su arte. En un instante, en medio del silencio y
de un público indiferente, ella se acerca y le dice: “Te oí tocar y sólo quería decirte..” y ¡zas!, él choca contra ella
y la deja a un lado. Ese momento mágico es el preludio para una
tempestuosa historia de amor.
Luego de aquel incidente, Mia y
Sebastian se reencuentran, logran conocerse y enamorarse
no sin antes deslumbrarnos a través de la danza y el ritmo contagioso de varias secuencias
musicales que rescatan lo mejor del género.
En efecto, son estos momentos los que convierten a D. Chazelle en un
gran orquestador que logra fascinarnos e impresionarnos con hermosas
secuencias de baile perfectamente sincronizadas y ejecutadas por un par de
actores talentosos y un conjunto de travellings y planos de lujo con
escenarios de ensueño. Todo funciona a la perfección y es narrado con maestría
y elegancia, desde los colores, los vestuarios, los decorados, las coreografías
hasta la banda sonora adictiva y precisa. En suma, una puesta en escena
inolvidable que representa lo mejor de la película. La escena en la que Mia y
Sebastian alzan vuelo y bailan entre las nubes y las estrellas es de una
belleza celestial. Lo que sigue es una historia cautivante y nostálgica, llena
de sueños y sinsabores en donde el amor sirve de coraza y refugio pero la
realidad se impone.
Por
eso, La la Land es un musical atípico, diferente, que festeja el amor, la vida, el
cine y la música pero lo hace sin alejarnos del drama y la angustia por
sobrevivir en un mundo de pocos colores y sonidos. El musical
se hace potente y funciona porque revitaliza la felicidad y la energía del amor
como alicientes para luchar contra todo, incluso el hecho de llevar una vida de
fracasos y sueños imposibles donde pocos
te entienden y valoran. Las coreografías y la canción “City of Stars” que
acompaña a la pareja en todas las estaciones de su relación no distorsionan el “realismo”
de la película, más bien la complementan y todo se hace verosímil y auténtico.
La segunda parte de la película se
convierte en un melodrama donde el baile apenas aparece, salvo la magnífica
secuencia final y la escena donde Mia interpreta una triste canción que
reivindica a los soñadores y románticos del
mundo. Por cierto, la actuación de Emma Stone es impecable y llega a la
cúspide en esta escena. Su personaje es mucho más intenso que el de Ryan
Gosling. Ambos protagonistas logran una gran sintonía que es primordial para sostener el drama. En una breve escena Sebastian convence a Mia para dejar en “stand by” su relación ya que ella tiene que dedicarse por entero a
la actuación. Ambos prometen que se amarán por siempre y la escena se cierra
en un azul crepuscular.
La La Land es una maravillosa película llena de magia e ilusión. Un homenaje al cine clásico, al amor que conmueve y dulcifica la vida, al romanticismo, al jazz y a los musicales que hemos olvidado y que están desapareciendo. La La land es una reivindicación de lo mejor del cine como espectáculo de masas. El séptimo arte en toda su extensión.
LA LA LAND ESCENA
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