miércoles, 31 de mayo de 2017

MARTHA MARCY MAY MARLENE (Sean Durkin, 2011)




El tema de las sectas siempre ha sido muy interesante sobre todo aquellas dirigidas a jóvenes y adolescentes que viven en ambientes de abandono, intolerancia, libertinaje y relativismo moral lo que se traduce a la vez como una representación de la crisis actual de la sociedad moderna. En la película Martha Marcy May Marlene, título por demás sugestivo, se hace eco de estos temas y se narra la experiencia personal de una joven que vive en una “comunidad” por dos años, provista de “lazos familiares” pero vulnerable al fin a todo lo que ahí pueda suceder. El título hace referencia también a los estados de conversión al que puede ser sometido una persona que pasa por una experiencia similar: Martha, Marcy May y Marlene.


En el comienzo de la historia observamos a Martha (Elizabeth Olsen), la integrante de una secta a las afueras de la ciudad, angustiada y afectada huyendo del lugar y refugiándose en una casa familiar al lado de su hermana Lucy (Sarah Paulson) y su novio. A medida que la protagonista intenta llevar una nueva vida, el pasado le persigue y se hace presente a través de flashbacks muy lúcidos, algunos de buenos momentos, y otros, la mayoría acaso, de recuerdos infelices que quisiera borrar de su memoria. Ella empieza a confundir la realidad y su comportamiento inestable con serios ribetes de paranoia la convierte en un peligro para todos. Lucy decide internarla en un hospital y la película concluye con un final imprevisto, abierto y drástico,  que nos deja atónitos y absortos por unas horas.    




Las vivencias de Martha se conectan con momentos claves que vive en la actualidad en la casa de campo, a través de la técnica de la analepsis, lo que le confiere un mayor grado de suspenso y tensión dramática a la trama. Ambas historias, la del presente y el pasado, suceden en el campo, alrededor de los árboles para apaciguar los ánimos y darle un aire de “normalidad” y “sobriedad” al relato, y a la vez  sentir  que el ritmo se desacelera y los sonidos naturales retumban. Esta es una película de aprendizaje invertido, de falsos principios, de etiquetas y simbolismos, de miedos y delirios que pueden ser el detonante para mayores tragedias. Por eso vemos a un personaje tan fascinante como el de Patrick (John Hawkes), el hábil y carismático líder de la secta que enseña a los jóvenes el valor de la vida en grupo, el camino del sosiego y la complacencia, pero también del nihilismo, de la violencia soterrada (la escena en la que atacan a una persona que lleva una vida “común” es de terror y desvela una rabia incontrolable) y del fanatismo que le hacen repetir frases “motivadoras” que no distan mucho de las que pueda usar cualquier yihadista: “sabes que la muerte es la parte más hermosa de la vida, porque todos la tememos, y el miedo es la emoción más hermosa de todas porque nos permite crear conciencia”            




Martha Marcy May Marlene, como dije al inicio, revela también un proceso de adoctrinamiento típico de cualquier secta. Martha, la joven que huye de casa tras la muerte de su madre sin metas ni ambiciones, que sólo quiere vivir el momento y aprender todo tipo de “experiencias” es también, Marcy May, la joven que forma parte de una “familia” de estrictas normas, la que come sólo con mujeres y aprende una labor doméstica, la que pasa por el rito de “iniciación” a través del sexo para “limpiarse del pasado y de las toxinas” y a la que dedican una hermosa canción (una de las escenas capitales de la película) donde le dicen “Marcy, eres sólo una pintura”, y es finalmente, Marlene, la chica conversa que usa un seudónimo para promover la muerte.    



Martha Marcy May Marlene es una película inquietante, introspectiva, silenciosa y con un discurso muy potente. Posee escenas fascinantes y sofocantes, cuidadas al milímetro para impactar e incomodar. Puede interpretarse por igual como un hábil e inteligente estudio sobre la naturaleza humana, la moral y el comportamiento sectario y como un thriller sicológico con elementos del terror. Una joya del cine independiente que merece verse, con un final ambiguo y que cuenta con una brillante actuación de Elizabeth Olsen, la más pobre aunque la más talentosa de las hermanas Olsen. 


MARTHA MARCY MAY MARLENE   TRAILER





miércoles, 10 de mayo de 2017

A GIRL WALKS HOME ALONE AT NIGHT (A. L. Amirpour, 2014)





Interesante debut de la realizadora de procedencia iraní, Ana Lily Amirpour, quien logra proyectar toda la fuerza, originalidad y simbolismo propio del cine de vanguardia en esta película y hacer de ella una obra completamente libre y deslumbrante. La directora radicada en los EEUU se nutre del cine independiente made in Usa, el cómic, la Nouvelle Vague, etc., para dar rienda a su imaginación y vena artística a través de una historia de amor silenciosa y apacible que gira alrededor del mito vampírico, rodada en un reluciente blanco y negro y en idioma persa.


En una ciudad inexistente, Bad City, una mujer vampiro (Sheila Vand) deambula por las noches con su chador y una patineta en medio de calles desoladoras y personajes anodinos en busca de posibles víctimas, de preferencia, de baja reputación. A la vez, trata de acercarse a ciertas almas solitarias y sufridas que como ella buscan un poco de consuelo. En ese transitar conoce a Arash (Arash Marandi), su alter ego, un joven de apariencia triste que vive con su padre drogadicto y con el que se vincula sentimentalmente.


 Si bien la trama se sitúa en Irán, la película fue hecha en California, en algunos parajes industriales y vacíos para emular los escenarios fríos y nocturnos de la ciudad ficticia. La luz, las sombras y la fotografía son de una importancia vital y contribuyen a crear esa atmósfera de extraña melancolía, desazón y soledad manifiesta constantemente. Igual nivel de importancia tienen los encuadres fijos  y los travellings. La cámara se acerca para mostrarnos el mundo interior de la protagonista, sus bailes, miradas y candidez y se aleja para mostrarnos su lado más oscuro acechando a sus víctimas.


Esta es una película de sensaciones y vibraciones, casi silente. Los personajes se comunican a través del tacto, el baile y el cuerpo. Por eso, la directora estira el tiempo, incluso lo detiene por momentos para envolvernos en imágenes oníricas y musicales e impregnarnos de toda su nostalgia y belleza. Si bien el ritmo es dinámico, a veces sentimos que se ajusta maravillosamente para destacar alguna escena. Por cierto, otro de los recursos claves de la película es su excelente soundtrack que va desde temas spaghetti western, hasta bandas de rock como White Lies (la escena en la que ambos protagonistas conectan entre sí escuchando el tema Death es fantástica, casi etérea) pasando por ritmos electrónicos y árabes.


No podemos dejar de lado la impecable interpretación de Sheila Vand, una gran actriz poseedora de una belleza clásica que motiva e inquieta y que encaja perfectamente en su rol de vampiresa, con esos ojos penetrantes y esa grácil silueta capaces de seducir serenamente y con el menor esfuerzo.   

A GIRL WALKS HOME ALONE AT NIGHT es una película fascinante, atrevida, hipnótica, poco convencional y sensorial. Está hecha para prescindir del tiempo, al menos por unas horas, ensordecernos con su sonoridad y silencios e iluminarnos con sus imágenes sombrías y magnéticas. Una película fantástica perteneciente al género de vampiros que desde ya pertenece a nuestra memoria visual cinematográfica.     


A GIRL WALKS HOME ALONE AT NIGHT  - ESCENA MUSICAL