Un
caballo herido azotado vehementemente por su dueño defendido por el mismísimo F.
Nietzsche a plena luz del día emprende el largo y penoso regreso a casa en
medio de la vorágine y las inclemencias del clima y el entorno duro y ruinoso
de la familia que lo acoge. Un viejo, su hija y el caballo son testigos
silenciosos de una realidad que parece inmutable y frágil, donde el tiempo
parece detenerse y donde la sobrevivencia es la regla; el mito del eterno
retorno de Nietzsche de las penas y vivencias que se repiten una y otra vez se
hace manifiesto en esta película.
Los
hechos intrascendentes, el sentimiento trágico de la vida, el nihilismo y la
muerte de Dios, ecos del filósofo alemán,
son algunos de los temas que se dejan entrever y sirven de base para poder entender
la trama. Desde una papa que sirve de alimento diario hasta el caballo enfermo
y lánguido que a duras penas puede caminar y servir de herramienta a la familia,
todo narrado con un sentido de atemporalidad y realismo extremo y extenuante que
difícilmente deja indiferente al
espectador.
Para
esto el director húngaro hecha mano a la introspección y a la meditación más profunda
y detallada de los hechos a través de una serie de planos fijos donde observamos
en tiempo real escenas terrenales dentro de la cabaña como el acto de dormir,
pensar, comer, soñar, sacar al caballo y contemplar ya sea el horizonte por una
ventana sucia, la poca luminosidad de un candelabro apunto de apagarse o el
mismo vacío caótico dentro y fuera de la cabaña que parece infinito.
La
contundente sobriedad de las imágenes y el clima austero lleno de atmósferas de
constante extinción y precariedad aluden a un sentimiento de fatalidad y monotonía
que es el devenir en la película, como dijera uno de los
protagonistas: “la nobleza ha muerto y el hombre ha degradado todo”. La realidad
agobiante hostiga y la sobrevivencia es la lucidez frente a esa realidad, por
eso todo continúa y fluye a pesar del caballo que se resiste a andar, los
gitanos que roban la poca agua que queda en el pozo y el fuego de la lámpara
que se extingue llenando absolutamente todo de oscuridad.
Es
interesante que el director húngaro homenaje a Nietzsche desde su ausencia y a
través del caballo que este abraza con fuerza mostrando humanidad y compasión
ya que la anécdota es real. Desde entonces el famoso filósofo se encierra
durante 10 años y termina loco. Magnifico símil con la tragedia del caballo que
defendió y la de sus dueños. B. Tarr utiliza una fotografía en blanco y negro
intensa y llena de claroscuros como la vida misma.
El
caballo de Turin es una película arriesgada, compleja, cruda y potente en su
discurso. Una magnifica lección de filosofía y humanidad, narrada con
luminosidad y cadencia y una belleza visual que la vuelven
imperecedera.
EL CABALLO DE TURIN TRAILER
EL CABALLO DE TURIN TRAILER