domingo, 16 de abril de 2017

SILENCE (Martin Scorsese, 2016)




M. Scorsese vuelve a la palestra con una película que ahonda su lado más espiritual y contemplativo del mismo modo que lo hiciera en películas memorables como Kundun (1997) y La última tentación de Cristo (1988) aunque en este caso deja entrever una mirada más serena y lúcida propia de su madurez artística y confirma su gran dominio del lenguaje cinematográfico.


Para ponerse a prueba, el director ítalo-americano se inspira en una novela homónima (y muy reconocida en la década de los 60s) del autor japonés Shusaku Endo, que narra la tragedia de un grupo de jesuitas a mediados del Siglo XVII en su afán de llevar el cristianismo a tierras niponas. Si bien la película y la novela cumplen con su función histórica, ambas sirven de reflexión sobre los senderos de la fe y el espíritu en medio de la represión religiosa y sobretodo trata de responder una pregunta clave: ¿hasta dónde somos capaces de llegar en nombre de Dios?.       



La historia sigue las desventuras de dos jesuitas, Sebastiao Rodrigues (Andrew Garfield) y Francisco Garrpe (Adam Driver) que se ven obligados a viajar a la ciudad de Nagasaki en busca de su mentor, el padre Ferreira (Liam Neeson) acusado de apostasía. En su trayecto logran contactar con algunos pueblerinos convertidos al cristianismo que secretamente y con temor a las represalias del cruel inquisidor (Issey Ogata) les ayudan y brindan protección. Ambos son testigos del extraordinario fervor religioso de los conversos capaces de sufrir martirios en lugar de renunciar a su fe. Cuando la situación se hace insostenible los misioneros deciden separarse y luego son capturados por el inquisidor. Lo que sigue es el suplicio constante al que someten a Rodrigues con el objeto de quebrantarlo para traicionar sus creencias; una lucha interna entre fe y razón, cuerpo y espíritu se desata en él y termina por representar su propia pasión.




Si bien el tema religioso está presente en la mayoría de películas de Scorsese, el gran director católico se encarga de ir más allá e inmiscuirse en los terrenos de la fe y la psicología del individuo consagrado a Dios y a la religión. El monje interpretado por Andrew Garfield vive su propio tormento siendo testigo del calvario de muchas de las personas que ven en él una especie de redentor y ven en la muerte, una suerte de expiación y liberación. Por eso, Rodrigues cuestiona constantemente si vale la pena tanta tortura y si en verdad el dolor y el sufrimiento son los verdaderos caminos de la fe. En una escena memorable y desgarradora el monje jesuita escucha o imagina escuchar a Dios pidiéndole que cese su tormento y que se rinda para salvar a otros. La escena es tan cristalina y espiritual (nos manifiesta al Dios amor en contraposición con el Dios castigo), que recuerda la escena de la “niña” que se aparece ante Jesús crucificado y lo libera de su “cruz” en el controvertido filme La última tentación de Cristo.




Polémica aparte, a similitud de la película mencionada de Scorsese que termina con un final reivindicatorio y que hace de ésta una de las mejores películas cristianas de todos los tiempos, Silence tiene uno de los finales más sublimes de la historia. La película busca trascender el tema espiritual innato en cada uno al sobrellevar el drama de la fe y los límites de ella de una manera profunda e integral, en nuestro interior, como seres humanos capaces de amar y perdonar y de manifestar la raíz misma (creo yo) de la fe religiosa: servir a los demás.

Por otro lado, Silence es una película de una factura técnica impecable. Desde los escenarios y la magnífica fotografía que resalta la solemnidad y los climas sombríos que sobresalen durante todo el metraje hasta la luminosidad de las imágenes, los planos fijos y contenidos, la ausencia de banda sonora y las interpretaciones de primer nivel de los actores principales y secundarios. Todo el lenguaje de la película está al servicio de la historia y busca impactarnos, conmocionarnos y poner a prueba nuestra humanidad, nuestros instintos de supervivencia y nuestra disposición casi natural de creer en algo.



Silence es una brillante película que funciona como un viaje emocional y espiritual por los derroteros de la fe. Una obra intensa, poderosa, cruda y reflexiva que busca compenetrarnos con lo más hondo de nuestro ser, Dios y su silencio. Tendría que convertirse con justicia en un clásico del cine religioso y consolidar la reputación  de Scorsese como uno de los grandes creadores de nuestro tiempo.   


SILENCE   TRAILER